Son las 9:26 pm del 1 de junio de 2020. Estoy sentado en la sala de mi casa, absorto en estas letras, en este segundo escrito.

Quiero hablarles de algo que muchas personas por vergüenza no hablan. De algo que no respeta ningún tipo de gente y que es más mañoso que tú y yo. Algo que si no lo enfrentas, siempre te va a corretear.

No sé si estás de acuerdo conmigo, pero cuando ves a alguien corriendo hacia ti, tu primera reacción es salir corriendo también, para huir. Pero qué pasaría si tú corres de frente hacia ese alguien? No crees que su reacción va a ser dar vuelta y huir? Y digamos que en el peor de los casos, ese alguien no corre para huir; sino que sigue corriendo para hacerte frente, o simplemente se detiene a esperarte…no crees también que psicológicamente comienza a amilanarse por tu actitud frentera? O no crees que simplemente tú ya tienes psicológicamente un punto a favor, por mostrar cojones?

Tómate 20 segundos para que busques cualquier ejemplo o le hagas digestión a esa situación que acabo de plantearte, mientras voy por un vaso de agua.

Ok, estoy de vuelta. Compañeros, ese algo, es un ruido permanente que a veces se manifiesta de manera implacable y otras veces, está latente y aparentemente indefenso o controlado. Ese algo se llama “ataque de pánico”, pero aquí lo llamaremos “el atracador”. No sé si lo has vivido o no. No sé si lo estás viviendo o no. Y si no has llegado a sentirlo, pero has tenido ataques de ansiedad, sobre todo en estos tiempos, tal vez te sirva este escrito.

Y ahora, déjame explicarte, en mis palabras, lo que es esa vaina. Esa vaina es como estar en una caja oscura, donde el único eco, es el de tu respiración agitada y cada vez más escasa. Pensamientos lóbregos, emociones atiborradas y segmentadas. Se pueden volver los minutos con más estaciones emocionales, que ver una final del Junior en el Metropolitano.

Y te lo describo, aunque de manera muy subjetiva, porque yo lo viví en una etapa de mi vida, y estoy de acuerdo contigo: Es una m… . No solo por el simple hecho de sentirlo; sino porque lo vives solo, bien sea porque te da vergüenza contarlo, o porque no sabes cómo explicarlo y prefieres callar y luchar solo. O peor aún, porque crees que vas a vivir con eso toda la vida. Porque mientras más lo vives, lo ves como parte de ti y crees controlarlo más. Entonces entras en un juego de “conformismo secreto”.

Son las 6:34 pm del 4 de Junio, día en el que continuo con este escrito para ti, para ustedes.

Déjame contarte como vencí a este atracador (ataque de pánico), que además viene a mano armada. Pero antes, déjame ponerte en contexto. En el año 2008, se vino este tipo sobre mí, y se vino con todo, sin piedad y de frente.

Fue exactamente un primero de Mayo. Estaba en mi cuarto, a eso de las 8 pm y de repente sentí una distorsión en mi visión, un encajonamiento y un cambio en mi ritmo cardiaco, agitando así mi respiración y haciéndola sentir ajena. Ahi estaba yo, en pánico, sin saber qué hacer.

En la poca consciencia que creía tener, decidí salir caminando hacia la clínica más cercana para que me atendieran en urgencias. Tal parece que no me hice entender, porque el médico me recetó algo para el mareo, porque consideró que mi caso era de vértigo.
Esto me ocurrió durante algún tiempo y siempre recibía diagnósticos inciertos…

Comencé a sentirme muy valiente y capaz de controlar yo solo “al atracador”, y algunas veces lo compartía con las personas más cercanas.

Pero cuando comenzó a ser más frecuente, comencé a quedarme callado, para no escuchar comentarios como: Estás pálido, o…no te veo bien. Porque eso hacía que me sintiera peor. Entonces me encerraba solo conmigo mismo.

Creo que el detonante, fue en los Estados Unidos, yendo solo por una carretera. Me perdí, y terminé subiendo por un puente largo, que en ese momento veía como el puente más gigantesco del mundo.

Pilla la situación: Iba manejando ese carro, perdido, subiendo un puente y con la sensación de que iba a caer por el precipicio; y súmale que en mi mente yo iba de cabeza a 120 kms por hora. Esta situación se me había convertido en un artilugio.

Wow!! te lo escribo y aunque me río por haberlo superado, todavía se me paran los pelos.

Pues bien, llegue al otro lado del puente, me bajé del carro, pávido. Respiré y miré al cielo y dije: “Dios, no te conozco mucho, pero hoy recuerdo algunas cosas que leí en tu manual. Llevo todo pensamiento cautivo a Tu obediencia y echo sobre Ti, toda ansiedad, porque Tú me cuidas”.

Automáticamente sentí paz; y ahí fue donde me di cuenta del poder de esas palabras. Entendí, además, por qué mucha gente decía que las palabras del manual son una espada.

Ey, pero lo peor fue que me tocó devolverme por el mismo puente para retomar la ruta correcta hacia mi destino, imagínate esa vaina! (Risas)

Ahora sí, déjame contarte como vencí al “atracador”, totalmente. Después de ese día, sentí la necesidad de hablar más de esto, sin mitos ni tapujos. Y comencé a darme cuenta de que muchos vivían o habían vivido lo mismo. Entonces supe que el primer paso
era hablar de ello, como de algo normal.

Hasta que un día, providencialmente apareció un amigo psicólogo y me dijo: Venga y acabamos con esa vaina.

Y así fue. Tuvimos charlas durante varias semanas; y aquí viene lo bueno, aquí empieza mi persecución al atracador hasta aniquilarlo:

Primero me enseñó a respirar profundo por la nariz y botando por la boca. “Como si estuvieras mandando a callar a alguien”, me dijo. O “como si soplaras una bomba hasta soltar todo el aire”. Me dijo que después respirara más pausadamente, hasta calmarme.

¿En qué crees? Me preguntó. En Dios, le dije. Muy bien; entonces mientras respiras con tus
ojos cerrados y en esa calma de la respiración, vete a tu lugar favorito con Dios, que por lo visto es la playa; y construye algo con Él: Una casa, un jardín… Pero hazlo todo a consciencia desde la calma. Ahí encontrarás más herramientas, porque estoy seguro de que Él te las dará.

Y por último me recomendó lo siguiente: “Haz una cosa a la vez y filtra bien la información que entre a tu mente. No te dejes invadir por pensamientos oscuros bajo ninguna circunstancia”.
Después de esto, comencé a jugar con lo que aprendí de este, hoy, buen amigo.
El primer punto creo que lo compartimos todos, incluso los que no creen en nada. Todos los días respiro hasta llegar a la calma.
El punto dos fue mi mayor diversión, porque comencé unas aventuras con Dios maravillosas, y empecé a entender la solidez que tienen las palabras de Su manual. Así que cuando algo se ponía raro, solo las lanzaba y automáticamente todo se esfumaba, hasta que dejó de aparecer… qué sabrosura, no?

Además, construimos una casa y un jardín maravilloso en una playa; lugar al que todos los días voy con mis ojos cerrados en mi tiempo a solas con Él.

Si no es tu caso, me imagino que el yoga puede funcionar. Lo importante es que seamos amigos a través de este escrito, sin importar creencias, solo el amor.

Y con respecto al punto tres, en mi caso, al saber que somos espíritu, alma y cuerpo,
caí en la cuenta de que el filtro que debo poner siempre es el del espíritu.

Compañeros, esta fue mi ecuación y espero que les sirva. Si esto que has leído es algo que no has vivido, pues compártelo con alguien que conozcas que lo esté viviendo.

Este mosaico de palabras llenas de amor, fue para ustedes.

Este fue mi segundo escrito, titulado “El atracador”.

Te invito a seguirme en facebook e instagram. Publiqué un nuevo vídeo en la sección acción, aquí lo puedes ver.